Estamos
entrando de nuevo en una etapa laboral la cual creíamos haber superado, pero
como dice el viejo adagio: Cuando no se ha aprendido de los hechos pasados,
estamos obligados a volver a repetir la historia.
Son
muchas las vicisitudes que cada vez están apareciendo a la luz pública a raíz
de la pandemia que atraviesa el mundo, tal parece hay una serie de
problemáticas que los Estados, los gobiernos, los dirigentes, todos nosotros de
una u otra manera soslayamos manteníamos oculto, escondíamos lo que no se
puede, actuábamos como hacen los gatos luego de defecar.
Ya
no sabemos cual es la próxima burbuja económica o social que nos va a estallar
en los próximos días, casi no tenemos capacidad de asombro ante la vorágine que
nos acecha.
La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su último informe a finales del
año pasado ha venido advirtiendo graves situaciones que está
desarrollándose en muchos lugares y que traerá un efecto dominó, de las cuales
no estamos exentos, siendo alguno de ellos:
La
proliferación del mal llamado Trabajo Infantil, de quienes no alcanzan la edad
mínima establecida para laboral, en condiciones de peligro, con la actual
situación económica que afecta a la mayoría de los sectores de la sociedad,
muchas son las familias que se ven en la necesidad de permitir que sus pequeños
integrantes se sumen a la fuerza trabajadora y en muchos casos con muy pocas
condiciones de seguridad, no aptas para ellos en todos los sentidos.
La
pérdida de empleos donde, lamentable, las mujeres llevan la peor parte con
riesgo también de perder progresos adquirido a fuerza de luchas, tales como
igualdad de géneros que habían logrado en algunos sectores de trabajo afectados
como lo son el doméstico, hotelería, elaboración y venta de alimentos, el
comercio en general y la industria.
La
parte de la población con edad superior a 60 años va en crecimiento acelerado.
Ahora bien, tenemos la necesidad de crear empleos para los cientos de miles de
jóvenes que se incorporan al mercado laboral, y por otro lado tenemos una
creciente parte de la población en esa edad superior a los sesenta años, que
requiere ineludiblemente continuar trabajando, en la mayoría de los casos con
la imperiosa necesidad de sufragar las carencias propias derivadas de un
sistema de pensiones paupérrimo.
Las
personas comprendidas en este patrón de edad aducen la desventaja de estar
siendo desplazadas por jóvenes que están dispuestos a trabajar si fuera el caso
por salarios más bajos y sin necesidad de tener experiencia, lo que luego se
tornará en un problema de salud, ya que esta situación de contratar personal
sin experiencia traerá como consecuencia el aumento de los accidentes y
enfermedades de origen laboral.
Otro
de los cabios venideros en materia laboral son los nuevas formas de trabajo,
dentro de los cuales esta los llamados los nuevos emprendedores, también otros
dedicados al teletrabajo o trabajo a distancia a través de Internet, en el cual
el trabajo se prestará desde casa lo que traerá nuevas limitaciones, no todas
las personas tiene acceso al servicio informático, aunado a los altos precios y
costos de servicio y mantenimiento de equipos, por otra parte, este tipo de
trabajo, por ahora, es memos factible de vigilar por las autoridades del
trabajo por el mismo hecho de ser a distancia y desde los hogares particulares.
Por: Juan Ochoa
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