jueves, 18 de febrero de 2021

Castigo o Aprendizaje


Durante esta semana conversaba con un amigo acerca de una serie de acontecimientos menos afortunados por los que me ha tocado atravesar, y me sorprendio su pregunta ¿Qué estarás haciendo mal para que te pasara eso? Seguido de “tienes que revisar te, por algo te está pasando eso” y aunque en principio me molestó un poco, luego reflexionaba acerca del asunto y lo condicionados que estamos a pensar que nuestra vida debe ir de forma perfecta si realmente “estamos bien” como que obligatoriamente Dios nos debe mantener en una copa de cristal porque nuestros actos nos hacen merecedores de ello, y nada pudiera sorprendernos o importunarnos sin significar una alarma acerca de algo malo oculto.

A pesar de todo lo que podamos repetir o escuchar acerca de que Dios es quien tiene la voluntad en nuestra vida, aun nos creemos con la suficiente autonomía para poder determinar cómo debe funcionar todo. Obviamente soy consciente que todos nuestros actos tienen consecuencias positivas o negativas directas en nuestras vidas, pero ello no nos garantiza una vida exenta de la voluntad de Dios. Y obviamente mi reflexión no era solo por aquel comentario puesto que todos en algún momento difícil de nuestra vida nos hemos cuestionado acerca de lo que hicimos mal para llegar a aquel punto, o hemos disertado de lo bien que hemos tomado nuestras decisiones como para terminar en esa circunstancia. Y en esos momentos siempre vienen a mi mente aquellas frases que tanto repetimos sin quizás ser del todo conscientes de lo que significan “hágase tu voluntad”, “si Dios quiere”, “Que sea lo que Dios quiera” y es que olvidamos que lo queramos reconocer o no, Dios está por encima de nosotros, es soberano y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer cambiará su voluntad. Preferimos tomar el papel de jurado para intentar vislumbrar aquello que pudieron haber hecho mal para terminar en aquel predicamento. Cuando la verdad es que así seamos los seres más justos del planeta y con el corazón más manso y humilde, si está en los planes de Dios permitir que atravesemos un momento difícil para enseñarnos algo, para formarnos, o para probarnos, así será. No importa lo inoportuno que nos pueda parecer, o lo poco planificado que aparente, cada momento que nos toca vivir tiene un propósito, todas las historias están plagadas de momentos difíciles que cuando ocurrieron no tenían explicación o sentido, pero que más adelante trajeron consigo un aprendizaje a invaluable o generaron en el protagonista la fortaleza o madurez necesaria para afrontar los retos a futuro. He leído múltiples historias y testimonios de abrumantes fracasos o pérdidas que se constituyeron en los cimientos para crecimientos desmedidos, o incluso, tragedias o heridas personales que luego capacitaron a quien los enfrentó para servir de ayuda a otros que atravesaran por algo similar.

Y francamente no podemos permitir que nuestra vida esté definida por los momentos buenos o malos, o vivir determinando si hemos o no causado las cosas que nos toca enfrentar. Todo radica en nuestra actitud para enfrentar las cosas que nos toca vivir, como enfrentamos cada momento extrayendo al máximo el aprendizaje, comprometiéndonos a madurar y crecer con ello, transformándonos en agentes de apoyo y dirección para a quienes más adelante les corresponda enfrentarse a un hecho similar, y sobre todo rodeándonos de aquellos que estén realmente dispuestos a ayudarnos y apoyarnos más que a adivinar, cual chamán, por qué y de quién es la culpa. Si estás pasando un momento duro ¡Levántate!, si estás atravesando una herida o una pérdida, ten calma y toma el tiempo necesario de sanar, si fuiste víctima de un robo o un fracaso económico inicia de nuevo y planifica más alto esta vez. No permitas que nada te estanque en el mal momento, no te desgastes buscando culpables o motivos, solo enfocate en soluciones y en crecer. No es el Final, no lo dudes ni un momento. No todo está perdido, mientras haya vida hay esperanza, No te rindas todo pasará.

Juan 9:2-3 “Y sus discípulos le preguntaron: Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿Quién pecó, él o sus padres? Ni el pecó, ni sus padres, respondió Jesús, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida".

Por: Daniel Fernández

Facebook: Varon de Fuego

Correo:vfvarondefuegomoto@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Alcantarillas en Cúa y Charallave más de un año representando un grave peligro

  A nuestra redacción llegaron varias denuncias del estado en que se encuentra una alcantarilla en el municipio Urdaneta, la cual se ubica e...