A pesar de todo lo que podamos repetir o
escuchar acerca de que Dios es quien tiene la voluntad en nuestra vida, aun nos
creemos con la suficiente autonomía para poder determinar cómo debe funcionar
todo. Obviamente soy consciente que todos nuestros actos tienen consecuencias positivas
o negativas directas en nuestras vidas, pero ello no nos garantiza una vida
exenta de la voluntad de Dios. Y obviamente mi reflexión no era solo por aquel
comentario puesto que todos en algún momento difícil de nuestra vida nos hemos
cuestionado acerca de lo que hicimos mal para llegar a aquel punto, o hemos
disertado de lo bien que hemos tomado nuestras decisiones como para terminar en
esa circunstancia. Y en esos momentos siempre vienen a mi mente aquellas frases
que tanto repetimos sin quizás ser del todo conscientes de lo que significan
“hágase tu voluntad”, “si Dios quiere”, “Que sea lo que Dios quiera” y es que
olvidamos que lo queramos reconocer o no, Dios está por encima de nosotros, es
soberano y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer cambiará su voluntad.
Preferimos tomar el papel de jurado para intentar vislumbrar aquello que
pudieron haber hecho mal para terminar en aquel predicamento. Cuando la verdad
es que así seamos los seres más justos del planeta y con el corazón más manso y
humilde, si está en los planes de Dios permitir que atravesemos un momento
difícil para enseñarnos algo, para formarnos, o para probarnos, así será. No
importa lo inoportuno que nos pueda parecer, o lo poco planificado que
aparente, cada momento que nos toca vivir tiene un propósito, todas las
historias están plagadas de momentos difíciles que cuando ocurrieron no tenían
explicación o sentido, pero que más adelante trajeron consigo un aprendizaje a
invaluable o generaron en el protagonista la fortaleza o madurez necesaria para
afrontar los retos a futuro. He leído múltiples historias y testimonios de
abrumantes fracasos o pérdidas que se constituyeron en los cimientos para
crecimientos desmedidos, o incluso, tragedias o heridas personales que luego
capacitaron a quien los enfrentó para servir de ayuda a otros que atravesaran
por algo similar.
Y francamente no podemos permitir que nuestra
vida esté definida por los momentos buenos o malos, o vivir determinando si
hemos o no causado las cosas que nos toca enfrentar. Todo radica en nuestra
actitud para enfrentar las cosas que nos toca vivir, como enfrentamos cada
momento extrayendo al máximo el aprendizaje, comprometiéndonos a madurar y
crecer con ello, transformándonos en agentes de apoyo y dirección para a quienes
más adelante les corresponda enfrentarse a un hecho similar, y sobre todo
rodeándonos de aquellos que estén realmente dispuestos a ayudarnos y apoyarnos
más que a adivinar, cual chamán, por qué y de quién es la culpa. Si estás
pasando un momento duro ¡Levántate!, si estás atravesando una herida o una
pérdida, ten calma y toma el tiempo necesario de sanar, si fuiste víctima de un
robo o un fracaso económico inicia de nuevo y planifica más alto esta vez. No
permitas que nada te estanque en el mal momento, no te desgastes buscando
culpables o motivos, solo enfocate en soluciones y en crecer. No es el Final,
no lo dudes ni un momento. No todo está perdido, mientras haya vida hay
esperanza, No te rindas todo pasará.
Juan 9:2-3 “Y sus discípulos le preguntaron: Rabí,
para que este hombre haya nacido ciego, ¿Quién pecó, él o sus padres? Ni el
pecó, ni sus padres, respondió Jesús, sino que esto sucedió para que la obra de
Dios se hiciera evidente en su vida".
Por: Daniel Fernández
Facebook:
Varon de Fuego
Correo:vfvarondefuegomoto@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario