La aplicación del mensaje
evangelístico, es aplicable a todas las personas, sin excepción de nada, bien
sea por su condición académica, social, cultural, étnica, etc. La Bondad de
Dios es tan extensa que Él no hace acepción de personas. “…porque no hay acepción de
personas para con Dios.” (Romanos 2:11 RVR. 1960). Por lo tanto, los
esfuerzos para que el individuo le llegue la palabra de Dios, no deben ser
limitados por dichos aspectos, puesto que el remedio del Salvador (Jesucristo)
se aplica a toda la humanidad. La Ley Moral universal está escrita en el
corazón de todo ser humano. En cualquier parte del mundo, la persona sabe que
tomar algo que no sea de su propiedad, es un pecado y que quitarle la vida a
una persona es pecado. Ninguno puede obviar estos mandamientos y precisamente
Dios dentro de su bondad creó el decálogo presente en el libro de Éxodo,
capítulo 20, para dar “Ley al soberbio y gracia al humilde”. Si la persona es
soberbia o “farisaica” necesita conocer su condición ante la Ley, para que sea
humillado. Usted estimado lector, nunca puede decir que es bueno a los ojos de
la humanidad, pues usted sabe bien que no es así. Tal vez ante la sociedad
usted pueda afirmar que es bueno, pero Dios ve nuestros pensamientos y
considera que lascivia es lo mismo que adulterio y odio es lo mismo que
homicidio, entonces cuando usted sabe dentro de su corazón que en alguna
oportunidad ha mentido; así sea “una mentirita blanca”, usted es un mentiroso y
ya vulneró el noveno mandamiento del decálogo. Entonces ya es culpable ante
Dios y tiene que comprender que ya está condenado. Tal vez usted dirá: “…Es que
Dios en bueno y no va a sentenciar a su creación…”, pues está equivocado, la
bondad de Dios, no puede cuestionarse en el hecho de que, si usted viola una
ley, el justo Juez se va a hacer la vista gorda para no castigarlo. Estimado
lector, Dios “…de ningún modo tendrá por inocente al culpable…” (Números
14:18. RVR. 1960). Si yo le preguntara en este momento ¿Usted, cree que es una
persona buena, y merece ir al cielo?, estoy seguro que me respondería con un
rotundo “Sí”. Excelente, no estoy en condición de ser juzgador porque también
soy pecador igual que usted. Solo le sugeriría que vaya a los Diez Mandamientos
y revise su conciencia y cerciórese que no ha transgredido ninguna de estas
leyes. Por más que usted diga que no, es imposible, porque dice la biblia: “…por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…”
(Romanos 3:23. RVR. 1960). Pero le digo estimado lector, que hay una solución,
pues Dios dentro de su bondad, ofreció a su hijo, (Juan 3:16.RVR.1960) para que
cargara nuestros pecados y reconociéramos a través de Él, la condición en la
que nos encontramos. La muerte si tiene solución y la salida a este problema es
Jesucristo. Pero primero debe entender que está condenado y que nada excepto
Cristo Señor le salvará de la condenación eterna. Está en sus manos decidir
acertadamente, solo culmino haciéndole saber que el tiempo está cerca. Si usted
muere y no reconoce al Señor Jesucristo como Salvador Personal, vivirá en
tormento por la eternidad. Vaya a la Biblia y dese cuenta del grave problema en
que esta inmiscuido. Dios le bendiga grandemente.
“…Porque el Hijo del Hombre vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido…” (Lucas 19:10. RVR 1960)
Metodología: Kate L Turabian.
Por: MSc. Alfredo Naranjo. caralhernan@gmail.com
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